España
La actividad minera ha permitido descubrir 49 yacimientos arqueológicos, entre ellos el mejor grupo de enterramientos de la Edad del Bronce del suroeste español.
22 de Noviembre 2012.- Bajo el suelo de lo que hoy es el perímetro de la mina Cobre Las Cruces, entre los términos municipales de Gerena, Guillena y Salteras, se ocultaba algo más que uno de filones de metal más ricos de Europa. Hasta 49 yacimientos arqueológicos que han sido localizados en los últimos quince años gracias a la actividad minera de la extracción del cobre dejan clara constancia de que lo que fueron dilatados cultivos de la campiña sevillana escondían la evidencia material del paso del hombre desde, al menos, finales del III milenio a. C, en plena Edad del Bronce. Esqueletos, monedas, herramientas, adornos, cerámicas, sillares... hablan de unos mundos perdidos que ahora han aflorado gracias al trabajo Mark A. Hunt Ortiz y un nutrido grupo de arqueólogos y especialistas en distintas disciplinas. Turdetanos, púnicos, romanos, islámicos y cristianos viejos surgen ahora del subsuelo para dejar constancia, una vez más, del ajetreo de pueblos y culturas de la Baja Andalucía.
Todos estos trabajos realizados entre 1996 y 2011 se han recogido ahora en un volumen editado por la Fundación Cobre las Cruces, entidad creada para combatir la mala imagen que suele acompañar a este tipo de explotaciones, y cuya labor, al menos en el campo arqueológico, fue este miércoles loada tanto por la directora del Museo Arqueológico de Sevilla, Concha San Martín, como por el propio Mark Hunt, un profesional de reconocida solvencia. En Intervenciones arqueológicas en el área del proyecto minero Cobre Las Cruces (1996-2011), volumen de 118 páginas profusamente ilustrado, se estudia al detalle una zona que, según el mismo Hunt, apenas había llamado la atención de los arqueólogos con anterioridad, exceptuando algunas prospecciones en los 60 y 70, las investigaciones de Pablo Garrido y alguna que otra excavación.
En un área de 1.000 hectáreas, y dentro de los trabajos de protección medioambiental previos a la excavación minera obligados por la ley, las prospecciones realizadas entre 1996 y 1997 por el profesor Miguel Botella López ya dejaron claro que el trabajo de los operarios de Cobre Las Cruces en este punto sevillano de la Faja Pirítica de la Península Ibérica tendría que ser de vez en cuando interrumpido para dejar paso a la labor de los diferentes equipos de arqueólogos, que han sido dirigidos por Inmaculada Carrasco, Jacobo Vázquez, Ana Ortiz Navarrete y Elena Vera Cruz. Además, en los estudios posteriores a las excavaciones han intervenido un nutrido grupo de especialistas en materias tan diversas como delineación, geofísica, restauración, numismática o arqueometalurgia, entre otras.
De todos los hallazgos, Hunt destaca especialmente las 73 inhumaciones que "constituyen el mayor y mejor grupo conservado de la Edad del Bronce en el suroeste de la Península Ibérica". Según el arqueólogo, este "excepcional" conjunto de restos óseos ha permitido "un conocimiento preciso de esta población", con datos como edad, sexo, estatura, enfermedades, ritos, etcétera. Por ejemplo, se observa que se enterraba de una manera distinta según el género del difunto. "Los adultos femeninos siempre se enterraban apoyando el cuerpo sobre su derecha, y los adultos masculinos sobre su izquierda. Esto nos permitirá indentificar el sexo de algunos restos en el caso de que sus condiciones de conservación no permita un análisis riguroso de antropología física". Gracias a los análisis de huesos y dientes encontrados en estos enterramientos se pueden estudiar las diferentes enfermedades que dieron malos días y peores noches a los hombres del Bronce: unas vértebras con claros indicios de artrosis, una fractura costal, una periostitis en el peroné derecho... Al parecer, las enfermedades persiguen a los afectados más allá de la muerte. Una conclusión clara: son más frecuentes las lesiones por el excesivo esfuerzo físico del hombre de esta época que por traumas relacionados con hechos violentos o accidentales.
De los enterramientos de la zona de Cobre Las Cruces también llama la atención que a las mujeres se les solía poner punzones en sus ajuares funerarios. Hunt aventuró la hipótesis que esto se podría deber a la relación de las féminas con labores relacionadas con la artesanía de la piel. También destacó de la etapa del Bronce Final la aparición de los primeros objetos relacionados con la actividad metalúrgica de los habitantes de la zona, como son un mortero de piedras con cazoleta y un fragmento de escoria.
Numerosos son también los yacimientos que registran algún tipo de ocupación romana y que describen un arco temporal que va desde la época republicana (siglos I-II a. C) hasta la tardoantigua (V-VI d. C.). Entre todos, el más interesante, es el complejo de explotación romana reconstruida en 3 D y en el que durante su excavación se encontraron objetos procedentes de todo el mediterráneo (Tesalónica, Siscia, Roma, Narbona, Cádiz...). "Estas piezas nos demuestran que el yacimiento está dentro de un contexto muy concreto: el Mare Nostrum".
Ya entrados en el mundo medieval destacan un cementerio (makbara) islámico con "una importante agrupación de tumbas" (79) que estaban cubiertas con tejas o con tierra sencillamente. También una explotación agraria que, en un principio, se pensó que debía pertenecer al periodo islámico pero que, tras minuciosos análisis de la cerámica y gracias también a una moneda de Alfonso XI, se concluyó que debió de ser uno de los repartimientos cristianos tras la conquista de Sevilla en 1248.
Finalmente, de la época moderna y contemporánea se han excavado una pequeña alquería de los siglos XVI y XVII y cortijos más recientes que muestran cómo el habitante de una tierra muy pobre en materiales constructivos ha sabido aprovechar los que ya existían de épocas remotas para sus nuevas moradas.
El director gerente de la Fundación Cobre Las Cruces (editora del volumen), Juan Román Gallego, explicó este miércoles que la empresa no percibió estos yacimientos como "amenazas". "No nos podemos dedicar solamente a sacar rocas con mineral, sino que tenemos que mantener una relación con los municipios", dijo Román, quien también destacó que las conclusiones de este libro "van a servir a los pueblos del entorno de Cobre Las Cruces para conocer sus orígenes e incrementar su patrimonio cultural".
Según Juan Román, dos trabajos aparentemente contradictorios como son el de la minería y el arqueológico se han mostrado compatibles con estas actuaciones. "Nos hemos sentido muy cómodos con el grado de conocimiento de las personas que han participado en las excavaciones", aseguró.
Edad del Bronce: Una cabaña en 'semisótano' y un punzón tipo brújula con empuñadura de hueso
Uno de los descubrimientos más llamativos de la Edad del Bronce son los restos de una cabaña semisubterránea con paredes que conservaban una altura de 0,6 metros y cuya reconstrucción virtual se reproduce sobre estas líneas. Como se observa, la estructura del habitáculo se compone de un techo realizado con elementos vegetales que se apoyaba en postes perimetrales y uno central (de los que arqueológicamente sólo quedó el hueco). En la entrada había dos escalones excavados en el terreno natural. De este período también destaca un punzón de bronce tipo 'brújula' con enmangue de hueso que pudo ser restaurado con éxito por parte de los especialistas que han trabajado en los proyectos. Esta pieza se encontró en una de las tumbas excavadas, en cuyos ajuares funerarios también se han localizado diferentes conchas de 'pectem maximus' de procedencia marítima, punzones, cuencos cerámicos, huesos trabajados, aros metálicos, etcétera. Los restos de la Edad del Bronce son de los más numerosos e importantes de la zona y constatan la presencia del hombre en estas 1.000 hectáreas de Cobre Las Cruces desde, al menos, el III milenio antes de Cristo.
Época Romana: Monedas para datar una explotación 'global' del Mare Nostrum
En la parte alta de una loma junto al arroyo de los Almendrillos se han descubierto los restos de una explotación agropecuaria romana que también tuvo ocupación medieval. Entre las piezas de distintas épocas que se han encontrado, destaca un grupo de monedas que fueron acuñadas en el siglo IV d. C., en época de los emperadores Constantino y Licinio. Asimismo, se han encontrado distintos restos cerámicos y otras piezas de distintas zonas del Mediterráneo que ponen en evidencia la 'globalización' del mundo romano en torno al Mare Nostrum. Otro de los descubrimientos importantes de la época romana es el de un horno cerámico de forma circular del que sólo se conservaban las partes subterráneas. La aparición, escasa por otra parte, de fragmentos de tejas curvas hace concluir a los arqueólogos de Cobre Las Cruces que dicho horno se dedicaba a la fabricación de éstas.
Edad Media: Restos de los repartimientos cristianos tras la reconquista
La imagen de arriba reproduce una edificación de 800 metros cuadrados de superficie que, tras un estudio detallado de los restos cerámicos, se concluyó que pertenecía a la segunda mitad del siglo XIII, por lo que habría que situarla en los años inmediatamente posteriores a la reconquista de Sevilla, en 1248. Esta conclusión también fue respaldada por una moneda de Alfonso XI -ya en el siglo XIV-, "que pone en relación esta construcción, con disposición similar a algunos cortijos que perduraron hasta momentos recientes, con el aprovechamiento de recursos agropecuarios de esta zona en momentos inmediatamente posteriores a la conquista cristiana y al repartimiento de las tierras llevado a cabo por Fernando III y Alfonso X, en el que se menciona en el ámbito del proyecto minero la torre y cortijo del Almuhédano", se indica en el libro sobre Cobre Las Cruces. Los restos cerámicos encontrados son variados y pertenecen a ataifores, candiles de cazoleta, candiles de pie, cántaras, ollas, orzas o galbos de tinaja. También se han encontrado piezas curiosas, como un badajo de cencerro realizado con un hueso de asno o un resto de herradura, tan comunes todavía hoy en los cortijos.
Restos de huesos y dientes: Las enfermedades acompañan más allá de la muerte
Gracias a la excavación de distintos enterramientos de la Edad del Bronce y de época islámica y al análisis de sus huesos y dientes se pueden hacer interesantes estudios de las diferentes enfermedades que afligían a los hombres de aquellas épocas. Por ejemplo, en la imagen superior se reproduce unas muelas de un hombre medieval en el que se observan perfectamente restos de caries y un absceso que tuvieron que hacer rabiar de dolor a la desconsolada víctima.
Diario de Sevilla
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