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*o Finalizó estudio que probó reducir entre un 49% y 92% la carga bacteriana de los principales patógenos, entre ellos el Staphylococcus aureus, resistente a la mayoría de los antibióticos disponibles, en 6 superficies “cobrizadas” de salas UCIs.*


7 de Mayo de 2010.-

Justificadas y decidoras expectativas se proyectan en los centros hospitalarios del mundo desde que en 2008 la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) aprobó las propiedades bactericida del cobre, autorizando 275 aleaciones capaces de conseguir iguales efectos, incluso —según las últimas investigaciones— bastante más potentes que el acero inoxidable.

Tal decisión de la EPA fue tomada luego de tres años de estudios bajo exigentes protocolos. Los experimentos demostraron que el cobre y dichas aleaciones eliminan el 99,9% de las bacterias patógenas a partir de dos horas de exposición y en forma permanente, pese a repetidos episodios de humedecimiento y contaminación.

La International Copper Association (ICA) inició en 2009 un estudio multicéntrico en hospitales para probar la propiedad bactericida del cobre y enfrentar un problema no resuelto en ninguna parte del mund las infecciones intrahospitalarias. A la fecha, dicho trabajo está por finalizar exitosamente en siete hospitales de Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Japón y Chile.

En Chile, la investigación culminó en marzo del 2010 con datos altamente auspiciosos. La International Copper Association Ltd. (ICA), InnovaChile de Corfo, Codelco y Fundación para la Transferencia Tecnológica (Untec, Universidad de Chile) unieron capacidades para consolidar un proyecto que significó una inversión de $580 millones.

La iniciativa chilena abarcó seis salas UCIs del Hospital del Cobre Doctor Salvador Allende de Calama, siguiendo los mismos protocolos de tres centros hospitalarios de Estados Unidos. Durante 30 semanas, cada siete días, se recolectaron muestras.

La experiencia chilena

Los investigadores seleccionaron seis superficies de contacto que suelen representar los sitios más contaminados: barandas y manillas de camas, mesa del paciente, porta­sueros, descansa brazos de silla de visitas y el lápiz que usan las enfermeras para monitorear los signos vitales.

"La mayor carga bacteriana se encontró en las manillas de la cama, con 5.000 bacterias por 100cm2, seguidas de las barandas de la cama, con 2.000 bacterias por 100cm2. En ambos casos, en esas mismas superficies cubiertas con cobre, el recuento de bacterias se redujo, respectivamente, en un 82% y 91%. El valor máximo de reducción se alcanzó en los descansa brazos de la silla de visitas, con un 92%, comenta la doctora Prado.

"Con este trabajo pudimos evidenciar el significativo aporte del cobre como bactericida en las superficies de contacto de las salas UCIs y, en particular, con una efectividad que se mantiene en el tiempo", destaca la doctora Valeria Prado quien participó en el proyecto.

Por otra parte —puntualiza—, pese a que sabemos que la actividad del cobre es mejor en un ambiente húmedo, también pudimos demostrar que el metal funciona muy bien en Calama, de clima muy seco

En el estudio se consideraron los principales patógenos resistentes a los antibióticos en los centros hospitalarios de Chile, como son el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SAMR), Acinotebacter baumanii, la Pseudomonas aeruginosa, y otros. Todas estas bacterias originan graves infecciones pulmonares, urogenitales, dermatológicas e incluso septicemias.

"En nuestra experiencia chilena sorprendió la eliminación de Staphylococcus aureus resistente a la meticilina en los elementos que con mayor frecuencia se contaminan. La carga bacteriana se redujo en 98,5% en las barandas de la cama, en 97,7 % en las manillas de la cama, en 94,4% en la mesa del paciente, en 66,7% en el lápiz monitor, en 50% en el porta suero y en 40% en el descansa brazos de la silla de visitas", precisó la doctora Prado.

El estudio de Chile, comparado con el multicéntrico, fue finalmente el primero en informar sus resultados en el Congreso Internacional de Enfermedades Infecciosas, que se celebró en Miami entre el 9 y 12 de marzo del 2010.

Resultados en Estados Unidos

Por su parte el doctor Michael Schmidt, profesor de la South Medical Caroline University y coordinador del proyecto Estados Unidos­Chile, dio a conocer los primeros resultados del Ralph H. Johnson VA Medical Center, Charleston.

El estudio se realizó en el hospital de esa universidad durante 9 semanas en 32 salas UCIs con cobre y 27 salas UCIs sin cobre. Se emplearon también seis superficies de contacto que, en total, contabilizaron 570 muestras. En comparación al trabajo chileno, las manillas de las camas fueron reemplazadas por el timbre de llamada.

La reducción de la carga bacteriana en salas UCIs cobrizadas fue tan significativa como la observada en la experiencia chilena. La mayor efectividad de la propiedad bactericida del cobre se evidenció en las manillas de la cama y el timbre de llamada, con una disminución, respectivamente, del 99,9% y 90%. El porta suero y los descansa brazos de la silla de visitas alcanzaron reducciones, respectivamente, de 67% y 38%.

La reducción promedio de bacterias contabilizadas fue menor en la mesa del paciente y el lápiz monitor, con valores, respectivamente, de 36,5% y 27%.

Comparativamente, los resultados chilenos fueron mejores en todos los objetos de contacto con cobre o sus aleaciones. La doctora Valeria Prado precisa que lo que viene ahora es iniciar los programas de vigilancia de las infecciones en las salas UCIs cobrizazas, de tal modo de averiguar en cuánto disminuye el riesgo de infectarse en los pacientes hospitalizados.

Con tan alegre y promisoria noticia, Chile podrá agregar a la venta de este metal una nueva consigna: cobre, un bactericida, con innumerables nuevas aplicaciones en hospitales y diversos sitios públicos. Desde ya el cobre está presente en antisépticos, productos de higiene bucal y en utensilios médicos. Se inicia una nueva batalla innovadora contra las bacterias patógenas. 


Recuadro:

Cómo actúa el metal.­ El cobre, descubierto hace unos 5 mil años AC, supera a otros metales por su poder como antimicrobiano. No en vano fue utilizado en etapas tempranas de la civilización por egipcios, griegos, romanos y aztecas para curar heridas, realizar procedimientos quirúrgicos (incluso trepanaciones) o tratar el agua para su consumo. 

La misma naturaleza parece reflejar algo de su rápida acción. Así como está presente en la corteza terrestre en sólo 68 ppm, hoy se ha descubierto que bastan bajas concentraciones del metal en una superficie de contacto para que éste ejerza sus propiedades antimicrobianas.

No obstante, sus mecanismos de acción son complejos y variados. Parte del secreto está en la propiedad que tiene el cobre para donar y aceptar electrones. Por un lado, el cobre es capaz de alterar la integridad de las membranas celulares de los microorganismos, causando oxidación y, por tanto, daños en los componentes grasos de su estructura. Ante este evento, en las membranas de los microbios se produce fuga de nutrientes y muerte de las células.

Por otra parte, se sabe que el metal se liga a proteínas que los microorganismos requieren para su funcionamiento y, al hacerlo, inhiben o alteran la fabricación de las mismas. "Lo importante es que podemos asegurar, según sólidos trabajos científicos,que el cobre no destruye ni modifica el ADN bacteriano y, por consiguiente, tampoco el ADN de células humanas", aclara Valeria Prado.

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