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Chile

27 de Septiembre de 2010.- «Fénix», la primera de las cinco cápsulas por medio de las cuales serán izados a la superficie los mineros atrapados desde hace 54 días en una mina chilena, ya ha llegado a la bocamina de la San José. La «jaula de la vida», de 250 kilos de peso, cubrirá los 700 metros de desnivel que separan a los mineros del aire libre en unos veinte minutos, y no hora y media, como se especulaba inicialmente. El Gobierno chileno mantiene que el rescate de los mineros se hará efectivo a principios del mes de noviembre, aunque hay rumores de que el operativo podría adelantarse algunas semanas, a la primera quincena de octubre.

El plan de evacuación está prácticamente cerrado, según las autoridades chilenas. En principio, antes de que los mineros sean subidos, bajarán a la galería donde están atrapados un rescatador y un médico, quienes evaluarán el estado de los enterrados y marcarán el orden en el que serán subidos, dependiendo de su estado de salud y habilidades.

Los dos primeros mineros que sean izados serán cruciales para el desarrollo de la operación, puesto que informarán de los pormenores de la subida (si la cápsula es estable, si se producen desprendimientos). En la cápsula hay justo el espacio para una sola persona. En el interior hay un dispositivo de comunicación, que permitirá a los mineros hablar con la superficie y avisar si produce algún imprevisto. En el interior, los mineros irán asegurados con un arnés y dispondrán de una botella de oxígeno. La jaula es ciertamente claustrofóbica, como lo será también la experiencia de ascender a lo largo de un tubo de menos de un metro de grosor durante 700 interminables metros.

Los ministros de Minería, Laurence Golborne, y de Salud, Jaime Mañalich, se desplazaron ayer a la mina San José para planificar con los equipos de rescate la última fase del operativo de salvamento y las atenciones médicas que recibirán los mineros tan pronto salgan del yacimiento.

Una vez fuera de la mina, los obreros serán examinados inmediatamente por un grupo de médicos antes de ser trasladados al hospital de campaña que está instalado en las inmediaciones del yacimiento. Cuando estén estabilizados, los mineros viajarán en helicóptero al hospital de Copiapó, y si alguno requiere algún tratamiento más complejo será llevado a la capital chilena, Santiago.

El ministro de Salud, Jaime Mañalich, dijo que dos familiares de cada minero podrán visitarlos brevemente mientras permanezcan en el hospital de campaña. Serán momentos muy emotivos, puesto que, aunque los atrapados han mantenido contacto con sus familiares a través de una línea telefónica, cuando se produzca el rescate llevarán más de tres meses sin verse en persona y abrazarse.

En cuanto a las labores de rescate, la máquina T­130, encargada del llamado «plan B», alcanzó los 175 metros en el ensanchamiento del conducto de 632 metros que excavó con éxito en la primera etapa de su tarea. La perforadora Strata 950, encargada del «plan A», llegó a 442 metros de profundidad de un total de 702 que debe avanzar para después ensanchar el conducto. La máquina petrolera RIG 421, parte del «plan C», la única que cava directamente un conducto de 66 centímetros de diámetro, se encontraba ayer a 62 metros de profundidad, lo que da idea de las dificultades de la tarea que se han marcado los equipos de rescate.

Todos los gastos corren por el momento a cargo del Gobierno chileno, que está haciendo todo lo necesario para que sea la empresa propietaria de la mina la que sufrague el coste de toda la operación. Los empresarios ya se han declarado en quiebra, con el fin de evitar unos costes ciertamente onerosos. No se descartan acciones penales contra la empresa, que ha sido acusada de no establecer las medidas de seguridad necesarias a raíz de un accidente anterior (Lne.es).

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