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Chile

Un proyecto hidroeléctrico que se construye en las cercanías de la capital de Chile amenaza el abastecimiento de agua potable para más de seis millones de personas que viven en la región Metropolitana.

Miércoles 22 de Enero de 2014.- La Central de Pasada Alto Maipo estará compuesta por dos unidades que generarán en conjunto 531 megavatios de potencia instalada y 2.465 gigavatios hora de energía promedio anual.

Para producir esta energía, la central utilizará parte de las aguas de los ríos Volcán, Yeso y Colorado, que componen la Cuenca del Río Maipo, poseedora de una vasta biodiversidad y abastecedora de más de 60 por ciento del agua potable de la central región Metropolitana, donde se ubica Santiago.

El proyecto es controlado por dos empresas chilenas: AES Gener, con 60 por ciento de participación, y Antofagasta Minerals, del Grupo Luksic, el más rico del país. Esta alianza es, para grupos ambientalistas, la prueba de que la generación eléctrica apunta a abastecer a la gran minería del norte de Chile, sedienta de energía, y no a la población.

El Río Maipo cruza el Cajón del mismo nombre, ubicado en la cordillera de Los Andes, a 46 kilómetros de Santiago.

Allí crecen bosques de peumos (Cryptocarya alba), litres (Lithraea caustica) y quillayes (Quillaja saponaria), donde interactúan pumas, zorros y cóndores andinos, entre otros.

“La cuenca del Río Maipo está sobreexplotada por los distintos tipos de usuarios establecidos en los ríos del Cajón del Maipo, entre ellos, AES Gener, que posee cuatro hidroeléctricas en la zona”, advirtió a IPS la vocera de la Coordinadora Ríos del Maipo, Marcela Mella.

Añadió que “en países desarrollados, todas las cuencas que abastecen de agua potable a las ciudades capitales, importantes o estratégicas desde el punto de vista demográfico, están protegidas”.

Santiago alberga a 40 por ciento de la población total de este país de 17 millones de habitantes.

Según expertos en ambiente, existen riesgos serios de que esta ciudad se quede sin agua potable de propiciarse algunos factores.

El académico Roberto Román, especialista en Energías Renovables de la Universidad de Chile, dijo a IPS que si Alto Maipo maneja mal el sistema “podrían haber efectos negativos” para el suministro de agua de la capital.

Un riesgo real es un acuerdo alcanzado por AES Gener y Aguas Andinas, la principal abastecedora de agua potable de la capital, consistente en la utilización de las reservas de agua de la región metropolitana para la generación eléctrica.

Román recordó que esto “no solo es teoría” pues ya ocurrió a fines de la década de los 90, cuando la empresa Endesa, actualmente filial de la italiana Enel, construyó una central con turbina a gas en las cercanías de Quintero, 180 kilómetros al norte de Santiago.

“El proyecto se les atrasó y, como (la empresa) tenía contratos vigentes de entrega de energía, simplemente se comió las reservas de la Laguna del Laja (el mayor embalse natural del país) apostando a que ese año el otoño sería normal”, rememoró.

Pero 1998 fue un año muy seco y Endesa no tuvo cómo generar energía. En consecuencia, hubo apagones en todo el país, primero espontáneos y luego programados.

Román añadió que, más allá de la teoría, “la práctica muestra que cuando a algún ingeniero comercial se le ocurre maximizar utilidades, se olvida de los efectos secundarios de sus medidas”.

La empresa asegura en su sitio digital que las aguas utilizadas “serán íntegramente devueltas al río Maipo, cinco kilómetros aguas arriba de la bocatoma de la empresa de agua potable (Aguas Andinas)…, no afectando el abastecimiento de agua potable para Santiago, su uso para regadío y las actividades deportivas que se realizan en torno al río Maipo”.

La central, que entrará en operación en 2018 y cuyo costo supera los 2.000 millones de dólares, moverá sus turbinas mediante la “pasada” del caudal natural del río, sin necesidad de embalse. Lo informado oficialmente es que su energía abastecerá el Sistema Interconectado Central, que suministra la electricidad a casi todo el país.

Román recordó que el abastecimiento hídrico del Cajón del Maipo es muy precario, lo que se traduce en que “varias localidades no tienen sistemas de agua potable y dependen de redes de tuberías que se nutren de pequeños esteros y vertientes”.

“También hay gran cantidad de usos de agua ‘de hecho’ en que ha costado mucho que se establezcan verdaderos derechos”, puntualizó.

Román se refiere al Código de Aguas de 1981, dictado por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que transformó el recurso en propiedad privada y confirió al Estado la facultad de conceder a privados derechos de aprovechamiento de aguas de forma gratuita y a perpetuidad.

Además permite comprar, vender o arrendar esos derechos sin considerar prioridades de uso.

“Por eso, si bien en teoría el proyecto Alto Maipo no afecta el abastecimiento de agua del Cajón del Maipo, en la práctica, una situación que ya es precaria, podría empeorar”, sentenció Román.

Actualmente, la población del Cajón del Maipo está dividida respecto al desarrollo del proyecto.

“Hay un sector, que mayoritariamente trabaja o tiene sus medios de vida fuera del Cajón, que en general se opone. Pero también hay un sector –especialmente la gente con ingresos más precarios y variables-, que lo ve como una oportunidad de trabajo directo o indirecto”, explicó el experto.

Adolfo Astorga, presidente de la Junta de Vecinos de San José de Maipo, se pasea con frecuencia por la plaza del pueblo, un lugar poco agradecido, pese a la alta afluencia turística de la zona.

En su doble rol de ciudadano y dirigente vecinal, Astorga muestra una postura dicotómica, al referirse al proyecto.

“En lo personal no estoy de acuerdo, porque obtendremos beneficios mínimos, versus el impacto que causará el proyecto”, dijo a IPS. Sin embargo, asegura que defiende a los vecinos que apoyan Alto Maipo y hasta los comprende, porque representa una oportunidad laboral “aunque por poco tiempo”, advierte.

Para Marcela Mella, la oposición al proyecto suma más y más argumentos porque, además del riesgo de destrucción de la biodiversidad y al abastecimiento seguro de agua potable, “existe la posibilidad que en el corto plazo se desertifiquen más de 100.000 hectáreas del Cajón del Maipo”, por la construcción de las dos centrales y el túnel de agua, que se extenderá por 70 kilómetros.

Por ahora, solo unos centenares de opositores intentan frenar el avance silencioso de Alto Maipo, con movilizaciones que no cuentan con poder comunicacional, al contrario de la empresa. Mientras, los habitantes de Santiago parecen no percatarse de la amenaza.

IPS

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