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Chile

El auge de certificaciones y estándares para que las empresas puedan implementar buenas prácticas hace que algunas sean reticentes a comprar estos servicios. Acá damos cuenta de los factores que se deben considerar.

Miércoles 15 de Enero de 2014.- En 1978 debutó en Alemania la primera certificación medioambiental: Blue Angel. Un jurado compuesto por 13 personas que pertenecen a grupos de protección al consumidor, industria, organismos y empresas la da a productos y servicios que no dañen el medio ambiente.

Desde entonces las cosas han cambiado bastante. Ya no sólo es un tema de interés alemán, ni europeo. Cada país, cada mercado, cada industria, distintas organizaciones por el consumo responsable o la justicia social, ha ido desarrollando estándares para que las empresas los incorporen en sus procesos productivos a fin de implementar prácticas sustentables.

"Sólo en la variable ambiental puedes considerar criterios relativos al uso del agua, de energía, de emisiones de gases de efecto invernadero, uso de pesticidas y plaguicidas. En el ámbito social, de igual forma, tenemos distintos criterios como acciones hacia los trabajadores, acciones hacia la comunidad, etc… Por lo tanto dar fe de que se incorporan criterios de sustentabilidad puede ser algo muy amplio y diverso", dice Elena Carretero gerenta de asuntos corporativos y sustentabilidad de viña Santa Rita.

"No hay una certificación global reconocida en sustentabilidad, sino que hay muchas que apuntan a distintos temas, unas son más conocidas y reconocidas en Europa, otras en EE.UU. Hoy en el mercado el valor de certificarse depende de cuán reconocida y validada esté la certificación por los consumidores de distintos países. Pero por sobre esto debiese estar el valor de certificarse en sí mismo, porque realmente ayuda al proceso de mejora en prácticas sustentables de la empresa", agrega la ejecutiva.

Ella nos cuenta que, en lo que respecta a las que ella conoce, los precios están entre los $7 y los $15 millones anuales, por una certificación. Suma que no necesariamente incorpora las inversiones correspondientes para cambiar las prácticas. Pero el precio siempre dependerá de la dimensión de la empresa.

Ayer, por ejemplo, viña Morandé dio a conocer que acaba de obtener la certificación CEMARS, ISO 14064-1, programa que mide la huella de carbono, desarrollado por la empresa neozelandesa Enviro-Mark. Esta certificación no sólo implica medir las emisiones, también propone metas de reducción.

"Para el que piensa que alcanzar la denominación de ‘ser sustentable’, porque obtiene una certificación y no porque es una consecuencia de una estrategia, entonces se puede decir que la sustentabilidad tiene un costo", aclara el director del magíster en sustentabilidad de la U. del Desarrollo, Alex Godoy. Pues cuando es parte de una estrategia, lo que suele suceder es lo inverso: "transitar hacia la sustentabilidad no trae costos, sino ahorros, eficiencias y competitividad" (columna completa del académico en www.hubsustentabilidad.com).

Según Ricardo Bosshard, director de WWF Chile, "cualquier estándar que responda en forma adecuada y bajo los mejores criterios aceptados internacionalmente a estas dos grandes preguntas ¿su producción no afecta la biodiversidad? ¿tiene buenas prácticas sociales?" debería servir. Pero "ambas preguntas son tremendamente difíciles de responder, sobre todo para una empresa sola. Para responder esa pregunta en la producción de salmón, fueron 8 años de discusiones e investigación con más de 500 actores que participaron incluyendo a productores, organizaciones medioambientales, científicos, compradores de productos del mar, funcionarios de gobierno, comunidades indígenas, etc. Entonces, para una empresa es mucho más fácil buscar una certificación existente como ASC, FSC o MSC que intentar responder por sí sola en forma transparente y convincente estas preguntas".

"En WWF recomendamos que se fijen en que sean certificaciones ISEAL (http://www.isealalliance.org/), es decir, certificaciones que se desarrollaron consultando a muchas partes interesadas, y que no son el "invento" de alguien. WWF igual ayuda a guiar a los consumidores, nosotros evaluamos las certificaciones que a nuestro parecer son más completas y generamos guías para ayudar a consumidores y retailers a entender mejor este tema. Si bien en Chile aún no hacemos mucho, estamos apuntando a hacer cada vez más, porque sabemos que hay de todo y se pueden confundir".

Volviendo al caso de la viña Santa Rita, a la hora de decidir qué códigos incorporarán, tienen un Comité de Sustentabilidad que evalúa qué estándares adoptar. Y lo que buscan es más o menos estándar: "Que la certificación sea un buen instrumento para medirse y mejorar, que esté validada en distintos mercados y, obviamente, se considera los costos de llevarla a cabo", dice Carretero.

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