Chile
Expertos y ejecutivos de la cuprera coinciden en que la viabilidad de su yacimiento más importante requerirá de menos trabajadores, con otras habilidades y un nuevo contrato colectivo.
11 de Enero de 2010.- En 2018 Chuquicamata tendrá el mayor cambio en sus más de 100 años de historia. Ese año está previsto el inicio de la explotación subterránea de la mina a rajo abierto más grande del mundo, un proyecto de US$ 1.900 millones de inversión, que constituye un desafío inédito en términos de ingeniería minera y la única forma de que el centenario yacimiento pueda seguir produciendo cobre.
Sin embargo, la mayor complejidad de ese plan no está en el ámbito minero, sino en el laboral. El alto costo del recurso humano de Chuquicamata, que quedó de manifiesto en la última negociación colectiva donde los trabajadores recibieron un bono de $ 12,14 millones, pone en jaque la rentabilidad de éste y otros proyectos en la división, a juicio de especialistas.
"Si Codelco quiere sobrevivir, necesita de nuevos proyectos, como Chuqui Subterránea, y éstos no flotan (no son rentables) con la productividad actual", afirma Marcos Lima, ex presidente ejecutivo de Codelco.
Sergio Jarpa, vicepresidente de Codelco Norte, señala que el diseño del proyecto contempla alcanzar productividades del orden de 125 toneladas de cobre per cápita en personal propio y de 48 toneladas si se suma la dotación propia más los trabajadores externos. Aunque las cifras desglosadas por división no son públicas, en Codelco advierten que desde 1999 ese parámetro ha venido a la baja. Ese año, cada trabajador de la estatal propio y contratista de operación producía 56,5 toneladas de cobre al año. En 2008, incluyendo el yacimiento Gaby, la cifra llegó sólo a 34,5 toneladas.
Para alcanzar la meta planteada por Jarpa, Chuqui Subterránea debe tener un nuevo y más flexible contrato colectivo, desliza José Pablo Arellano, presidente ejecutivo de la estatal. "Hay mucho espacio para mejorar la productividad y la eficiencia en cada una de nuestras operaciones, particularmente en aquellas como Chuquicamata, que tiene variables mineras que se han deteriorado y van a seguir deteriorándose", explica.
Y eso implica, agrega Arellano, cambiar el personal. "Una de las variables que hay que analizar es qué pasa con el personal de Chuquicamata, ya que al 2018 habrá personas que estarán al fin de su ciclo productivo", dice respecto de la implementación de planes de retiro para los casi seis mil trabajadores de ese yacimiento. Tales programas son viables, porque hoy la edad promedio de los trabajadores de esa faena ronda los 50 años, siendo la más alta de la gran minería. "De aquí a 2018 estarán más cerca de la edad de jubilación y antes de eso también habrá personas que se van a jubilar", según Arellano. Esos planes de retiro están hoy en análisis. Según Sergio Jarpa, este aspecto es de "gran importancia" y "forma parte de los estudios" de desarrollo del proyecto.
MASIVIDAD DE LOS PLANES
Según distintos ejecutivos de la estatal, la dotación cambiará casi totalmente. "En Chuquicamata hay sobredotación. Nadie se va, porque se gana bien y se trabaja menos que en otras faenas, por lo que la administración va a tener que forzar la salida", sostiene un alto ejecutivo de Codelco. En este punto, José Pablo Arellano admite: "Efectivamente, hay baja movilidad en Chuquicamata".
El recurso humano también se renovará, porque "la minería subterránea es totalmente distinta a la de rajo abierto, son otras competencias y otros trabajadores", añade un ejecutivo del área de recursos humanos de Codelco. Sólo los más productivos y eficientes se irán a los nuevos proyectos, como Quetena, Radomiro Tomic, Chuqui Subterránea y Radomiro Tomic Subterránea, confidencian en la cuprera.
Además de sacar personal, en esa división se deben revisar los sueldos y beneficios del personal de acuerdo a su productividad y eficiencia, advierte Gustavo Lagos, del Centro de Minería de la UC. Probablemente, agrega el experto, para bajar los altos costos laborales la corporación tendrá que recurrir cada vez más a subcontratistas como de hecho ya ocurre en Radomiro Tomic, donde la proporción de trabajadores propios versus los externos es de 1 a 3 y avanzar en automatizar funciones. "La externalización surge como una salida para los nuevos proyectos de Codelco por la pésima experiencia con los sindicatos, que tienen mucho poder, y por los sueldos inmensos y, a mi juicio, inmerecidos, de sus trabajadores", opina Lagos.
EFECTOS EN TODA LA INDUSTRIA
Los mayores costos laborales de Chuquicamata no sólo afectan a Codelco, sino a la industria entera. Su influencia en la gran minería chilena ha hecho que el costo laboral sea cada vez más alto. "En costos nos acercamos a países 'caros' en la industria minera, como Estados Unidos, Canadá y Australia", sostiene Lagos.
Los costos directos de Codelco (cash cost, la medida aceptada como comparable) subieron 230% entre el primer trimestre de 2007 y el tercero de 2009, según datos recopilados por Cesco. La cifra se compara con un alza de 157,5% en Antofagasta Minerals, 89,2% en Zaldívar o 46,1% en Escondida, cuya información también entrega el Centro de Estudios del Cobre y la Minería.
Esta alza va en razón directa con la caída de productividad que se verifica a partir de 1999. Según ejecutivos de la estatal, las mermas en este parámetro son mayores en Chuquicamata, en parte por las características de la operación: se extrae el mineral de un rajo de más de un kilómetro de profundidad lo que es equivalente, por ejemplo, a un cerro Santa Lucía a la semana con una ley de 0,91% (la de Escondida es de 1,59%), que al cierre del rajo sería de 0,78%.
Cientos de camiones transitan día a día por los caminos del yacimiento cargados con mineral, con el consiguiente alto costo en combustible. Conforme más de "hunda" el rajo, más se acercará el costo al nivel en que una faena deja de ser rentable en el largo plazo. Este nivel hoy, señala Sergio Jarpa, se sitúa en los US$ 1,17 por libra (La Tercera).
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