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Ernesto Águila Mancilla,
Vicepresidente Comisión de Energía del Colegio de Ingenieros de Chile (AG)

Estar preparado para enfrentar una determinada situación requiere, en primer lugar,  que exista interés en los diferentes aspectos que se relacionan con dicha situación. Este interés, de existir, debería  reflejarse en estudios y análisis tanto de organismos públicos como privados. Sería esperable que ocurriera algo similar a lo que  ha estado pasando con la matriz eléctrica, sobre la cual, como es de  público conocimiento,  se han completado  dos importantes estudios. El primero, impulsado por el Gobierno (“Informe  de la Comisión Asesora de Desarrollo Eléctrico (CADE)”) y el segundo, por una Comisión Técnico Parlamentaria (“Chile necesita una gran reforma  energética”). A esto hay que agregar una gran cantidad  de  exposiciones  y reuniones previas,  a partir de las cuales se llega a las  ideas contenidas  en los informes señalados. Con posterioridad  se ha continuado haciendo seminarios y discutiendo el tema de la Matriz Eléctrica.

Sobre  el petróleo, en cambio, ni una palabra, a pesar de que éste representa el 49 % del consumo de energía nacional y, lo  que es más relevante, el sector transporte se mueve en un 98 % gracias a este energético.

Cuando ocurrió el terremoto del 27 de febrero de 2010, nos enteramos de que al momento de ocurrir éste, el país contaba con petróleo diesel para 10 días y gasolina para dos semanas.  Recientemente, en diciembre pasado, se produjo  falta de combustible de aviación por un error  de  operación de una distribuidora.

No es necesario investigar mucho más para sostener la  hipótesis de que nuestro país no está preparado para enfrentar un shock  petrolero.

¿Cuáles son las posibilidades  de que éste ocurra? Pareciera ser que razones no faltan.

En las  últimas  semanas la tensión en el Golfo  Pérsico se ha agudizado por los esfuerzos para obligar a Irán a negociar sobre su  programa nuclear,  de manera de asegurar que este tenga sólo fines pacíficos y no persiga también la obtención de armas atómicas. Con este objetivo la Unión Europea acaba de imponer  a Irán sanciones consistentes en la prohibición inmediata de nuevos contratos para importar, adquirir o transportar el crudo de Irán, medida que significa el cierre de su principal fuente de  ingresos. Los contratos existentes podrán ser ejecutados hasta el 1 de julio y las medidas serán revisadas antes del 1 de mayo. Los gobiernos de la UE también acordaron congelar los activos del banco central iraní y prohibir todo el comercio en oro y otros metales preciosos con ese organismo y otras entidades públicas.

Irán niega que esté desarrollando  armamento nuclear y ha amenazado con cerrar el estrecho de Ormuz  en respuesta  a las sanciones. En diciembre recién pasado desarrolló maniobras navales  Velayat 90 en dicho importante punto geográfico, las que culminaron con un ensayo de misiles de gran alcance. Frente a estos hechos, EE.UU. respondió agregando un portaviones al que ya tenía estacionado en el  área, acompañado de fuerzas navales de Inglaterra y Francia.

Tal vez la  noticia más preocupante  es la de The Wall Street Journal. Este importante medio ha asegurado que el  Gobierno de EE UU teme que Israel esté preparando una acción militar unilateral contra Irán destinada a destruir las instalaciones en que se estarían preparando armamento nuclear.

Podemos  concluir que el riesgo de un conflicto en el Golfo Pérsico que implique el cierre, aunque sea temporal, del estrecho de Ormuz existe. Si esto ocurriera, saldría del mercado un 17% del total del crudo que se comercia internacionalmente. Se habla de que, en esta circunstancia, el petróleo podría  alcanzar un precio de US$ 250 el barril. Esta cifra no debería parecernos exagerada si recordamos que con motivo del conflicto en Libia salió del mercado un 2 % de la producción mundial y el petróleo escaló hasta los  US$ 100 el barril, obligando a los países de la  OECD a hacer uso de sus reservas estratégicas para tratar de estabilizar el precio.

Para finalizar no estaría demás recordar las conclusiones de un informe que la Comisión de  Energía del Colegio de Ingenieros entregó  al conocimiento público en abril de  2010. En esa oportunidad dijimos: “Visto lo anterior, creemos que existe información suficiente para iniciar una discusión amplia sobre la necesidad  de que nuestro país  cuente con una política petrolera que lo ponga a cubierto  de las contingencias que pueda sufrir una  materia prima tan importante para nuestra economía”. A lo mejor aún no es demasiado tarde.

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