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Fernando Muñoz Delgado 
Gerente Minería Subterránea 
Finning Sudamérica 

Hablar de minería underground es hablar del futuro de esta industria en el mediano y largo plazo. Tanto en Chile como en el extranjero, cada vez los yacimientos tienen una menor ley y los minerales se encuentran a mayor profundidad, factores que hacen que sea más complejo explotarlos a rajo abierto. Entonces, para que en nuestro país y la región latinoamericana el sector minero continúe jugando un rol clave en el desarrollo económico y social, es imprescindible apostar con fuerza por este segmento que tiene grandes perspectivas de crecimiento. Si bien es cierto que en la actualidad la minería subterránea representa una porción de lo que mueve la minería de superficie, lo más probable es que la participación de mercado del segmento underground aumente considerablemente en las próximas décadas. Esa es una tendencia de futuro, y los actores del rubro que tienen una visión estratégica se están preparando desde ya para enfrentar este desafío con éxito. 

Entre los retos más importantes que hay que abordar, se encuentra el desarrollo e implementación de tecnologías autónomas, que permitan llevar a cabo las faenas de extracción, carga, acarreo y descarga al interior de minas subterráneas con la menor intervención directa de personas que sea posible, realizando estas tareas a través de controles a distancia. Este imperativo surge porque en este tipo de yacimientos son más altas las tasas de accidentabilidad, asociadas, por ejemplo, a derrumbes o colisiones entre camiones. En este segmento, por lo tanto, para avanzar en la seguridad de las faenas -lo que es una preocupación central de toda explotación minera, cualquiera sea su naturaleza- es necesario contar con sistemas de operación que reduzcan al máximo la exposición humana al riesgo de lesiones, sacando a los trabajadores de las zona más inseguras, evitando que tengan que realizar labores cansadoras, repetitivas y peligrosas, delimitando con claridad áreas de aislamiento donde no puedan ingresar operadores mientras está funcionando una maquina, y regulando automáticamente la velocidad de desplazamientos de camiones y otros equipos. Estos son algunos de los atributos que debe tener un sistema de gestión autónoma para que contribuya efectivamente a aumentar las condiciones de seguridad. 

Sin embargo, las tecnologías autónomas no sólo permiten mejoras significativas en este ámbito tan sensible, también aumentan la productividad y eficiencia de las operaciones underground, bajando los costos y optimizando la disponibilidad de los equipos. En esta línea, un beneficio clave es la constancia del funcionamiento. Todos los trabajadores sienten fatiga al final del día, lo que reduce su eficiencia y puede generar millonarios gastos de funcionamiento o pérdidas de ingresos. Frente a este problema, la automatización eleva la capacidad de repetición y constancia de las tareas, con el uso de software de gestión de los procesos, posibilitando la operación continua durante 24 horas, reduciendo los cambios de turnos, y alargando la vida útil de neumáticos y componentes, entre otros impactos positivos. 

El desarrollo de tecnologías autónomas requiere de la inversión de cuantiosos recursos, junto con el establecimiento de alianzas de largo plazo entre el mundo privado y centros de investigación de punta. También es necesario generar instancias de capacitación y perfeccionamiento donde participen los distintos agentes vinculados al segmento underground, como las compañías que operan yacimientos, proveedores de equipos y de servicios de mantención y empresas de ingeniería. Sólo de esta forma es posible avanzar en un ámbito que es crucial para el futuro no sólo de la minería subterránea, sino que del conjunto de esta industria tanto a nivel nacional como internacional. 

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