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Ricardo Torres, Gerente General de Carbo Ambiente

Hay algo positivo sobre la reciente polémica de HidroAysén. Se ha retomado el debate y la discusión sobre las fuentes de energía que deben conformar nuestra matriz energética, La incorporación de energías limpias y renovables, tales como la energía solar, eólica, geotérmica, hidroeléctricas de pasada y otras, pueden ser una alternativa válida y sustentable a las plantas termoeléctricas e hidroeléctricas convencionales que proveen de gran parte de la energía del país. Técnicamente, son viables. Estratégicamente, nos posibilitan tener mayor autonomía. Sin embargo, como su inversión inicial por MW es más alta, las compañías generadoras prefieren las termoeléctricas e hidroeléctricas. Esta es la gran razón de por qué no crece la participación de Energías Renovables no Convencionales (ERNC) en el país. 

Más del 50% de la energía que usa el sector minero es electricidad, la que proviene tanto del SING como del SIC, que utilizan una gran cantidad de combustibles fósiles para su funcionamiento, liberando  más de 10 millones de toneladas de dióxido de carbono, que es un Gas de Efecto Invernadero. Al aumentar el número de centrales termoeléctricas, la electricidad disponible está cada vez más "carbonizada", por lo que su costo y disponibilidad depende crecientemente de los vaivenes del mercado y de las situaciones sociopolíticas. Por otro lado, las centrales hidroeléctricas prácticamente no aportan dióxido de carbono al sistema, pero sí representan un daño ecológico profundo e irreversible que compromete el patrimonio de todos los chilenos 

Paradojalmente, en este escenario interno poco favorable a las ERNC, podemos descubrir que existen interesantes oportunidades externas que podrían beneficiar al sector minero. Oportunidades concretas que generarían los recursos necesarios para financiar la instalación de nuevas fuentes de energía, más limpias y disponibles en abundancia. Estas oportunidades se podrían materializar al incluir estos desarrollos de generación eléctrica bajo el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), dependiente de la ONU, el cual permite crear proyectos de reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero en países en vías de desarrollo. Al certificar estas reducciones se obtienen bonos de carbono que pueden ser vendidos a empresas de países industrializados. Los recursos generados por la venta de los bonos permiten financiar una parte importante de los proyectos.

Soñemos. Imaginemos que un 20% de la electricidad que ocupa el sector minero chileno fuese generada a partir de fuentes renovables no convencionales, y que estos proyectos fuesen certificados bajo el Mecanismo de Desarrollo Limpio. Se podrían crear ingresos por más de 40 millones anuales, equivalente a más de mil millones de dólares si consideramos el total del horizonte de venta de esos offsets, que es de 30 años.

¿Por qué no crear una alianza entre el sector minero y el sector eléctrico para planificar, financiar y ejecutar este tipo de proyectos?.

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