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Verónica Fuenzalida.
Asesora de proyectos Mutual de Seguridad C.Ch.C.

Muchas veces nos preguntamos de qué manera nuestras empresas, y en particular las áreas de Seguridad y Calidad de Vida, o, incluso la de Recursos Humanos pueden aportar a generar seguridad en las familias de los trabajadores, ya que en éste ámbito es especialmente gravitante, ya que los jefes de hogar se encuentran desempeñando labores alejados físicamente y por jornadas prolongadas de su núcleo familiar.

Lo que comúnmente hacemos es generar algunas actividades, tales como visitas a las instalaciones, concursos con los hijos de los trabajadores y otras, que si bien logran algún grado de participación de la familia, no son siempre eficaces en el logro de nuestro objetivo de transmitir la seguridad, ya que la concurrencia es muy baja, en relación al total de personas que integran un grupo familiar.

Cuando realmente queremos generar seguridad en nuestros trabajadores y su familia, debemos partir por ellos mismos, y que sean éstos los monitores de seguridad al interior de su vínculo familiar.

Hay que instaurar, a través del conocimiento y la experiencia, conductas y hábitos seguros en el trabajador, de manera que, al repetirlos en otros ámbitos, sean el ejemplo para sus hijos y familiares cercanos. En la medida en que cada trabajador comprenda por qué tiene que cuidarse y cómo debe hacerlo, va a seguir actuando en forma segura, aun en situaciones que no tengan que ver con el trabajo, contribuyendo con esto a enseñar a sus familiares y a predicar con el ejemplo.

De esta manera, hemos visto que, luego de participar en un programa de aprendizaje de conductas seguras, los trabajadores tienden a cuidarse, aún en otras conductas que no fueron identificadas como las de mayor riesgo, como por ejemplo, en una planta procesadora, al ver líquido derramado en un pasillo, en vez de rodearlo, que era lo que hacían antes, lo limpian o avisan al personal pertinente para que lo haga. En otros casos, llevan este “pensamiento seguro” a sus hogares, realizando conductas como; reponer la ampolleta que estaba sin cambiar; arreglar un enchufe, proteger un cable eléctrico expuesto, etc.

También vemos los avances en el autocuidado de las personas, al constatar como cuidan a sus familias, transmitiéndoles cómo detectar los riesgos presentes en el hogar, enseñándoles cómo evaluar riesgos en la cocina, en el baño y en otras áreas.

Todo lo anterior constata que es posible llevar la seguridad a las familias de nuestros trabajadores, en la medida en que seamos capaces de empoderarlos a ellos en su propia responsabilidad respecto a su seguridad.

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