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Carlos Castellano, Dr. en
Química ex gerente de operaciones
industriales, producción y 
mantenimiento de Aluar.

Tercerizar el mantenimiento puede ser la solución para muchas empresas que, de no hacerlo, necesitarían contar con un equipo de personal propio de expertos, técnicos y operarios para realizar el mantenimiento de sus activos físicos, por cuanto deberían desarrollar y aplicar las técnicas y procedimientos específicos.
Sin embargo, cuando se contrata a terceros suele haber una cantidad de aspectos que es necesario observar cuidadosamente para que el proceso sea efectivo

Uno de los aspectos básicos que deben ser considerados es la diferencia de objetivos que podrían surgir entre la empresa contratante y la empresa que realizará la gestión de mantenimiento.

Para la Empresa contratante, el “horizonte” a alcanzar es el de mantener a sus equipos con la mejor “costo – efectividad” a lo largo de toda su vida útil. Mientras que para la Empresa contratada, este “horizonte” será el del plazo del contrato o, en el mejor de los casos, el de la estimación de esta empresa sobre la posible extensión de este contrato.
Esto podría implicar diferentes políticas de mantenimiento, con la consecuente pérdida de efectividad por parte de la Empresa contratante.

Concretamente, los contratos suelen firmarse abarcando un plazo de entre 2 y 5 años. Para la empresa que realiza el trabajo, queda claro que se evaluará la calidad de su trabajo durante ese período, y no necesariamente más allá de él. De modo que la elección de un repuesto u otro, o la decisión sobre realizar o no una intervención, se realizará tomando como base “la duración necesaria” contemplada en el contrato. Así las cosas, por ejemplo la empresa contratada tomará como apto a un repuesto determinado que tiene una vida útil de 6 años, mientras que para la empresa que contrata el servicio, está claro que los activos deberían tener una vida útil lo más larga posible, sobre la base de la mejor ecuación “costo – beneficio”.

Para prevenir este posible conflicto de intereses, lo adecuado es hacer explícito con el mayor grado de detalle posible quién, cómo y bajo qué normas y procedimientos se realizará la gestión del mantenimiento y de los repuestos.


Por esto resulta conveniente que las Estrategias para llevar adelante estas gestiones, Mantenimiento y Repuestos deben ser definidas por la Empresa contratante. Para asegurar la definición correcta de estas Estrategias y brindar confiabilidad de estas gestiones, existen herramientas que proporcionan la seguridad necesaria tales como el RCM y RCS (Mantenimiento Centrado en Confiabilidad, y Repuestos Centrados en Confiabilidad, por sus siglas en inglés).

Otro de los aspectos que suele generar dificultades en la tercerización del mantenimiento es la diferencia de políticas y culturas entre las empresas contratante y contratada. Una de las diferencias más significativas y que es potencial causa de conflicto, es la política de salarios.

En general, en las empresas proveedoras de servicios los haberes pagados al personal suelen ser menores, justamente porque al ser trabajos “temporales” el personal no es seleccionado tan rigurosamente ni debe cumplir con requisitos específicos como cuando ingresa en relación de dependencia.

Resulta ingenuo pensar que los empleados no compartirán información sobre las condiciones de trabajo de unos y otros, y la diferencia en los salarios puede generar trabajo a desgano justamente en quienes están día a día junto a los activos, y deben poner más empeño en resolver potenciales situaciones de riesgo. 
Para resolver este potencial conflicto, la empresa contratante debe tomar todas las precauciones respecto a la calidad del personal que realizará el trabajo, y las condiciones en que éste se realizará.

Finalmente, hay otro aspecto que suele generar conflictos: el recorte de poderes. A nadie escapa que cuando una empresa decide tercerizar un servicio, los sectores y personal que antes lo desempeñaban se ven seriamente afectados en sus recursos dentro de la compañía. Esto suele traducirse en constantes reclamos por espacios de poder, prejuicios sobre “los de afuera” e incluso en cierta actitud opositora ante el trabajo realizado o por realizarse.

Este aspecto, sumamente delicado, debe ser tenido especialmente en cuenta tanto para enfocar el tema en forma interna con el personal afectado, como a la hora de seleccionar la empresa a la cual se le va a delegar el trabajo.

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