Internacional
28 de Mayo de 2010.- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, los beneficios de las energías renovables durante una visita a una fábrica de paneles solares en California. Se prevé que el presidente, que abogó por una reforma del sistema energético que apueste por energías alternativas, anuncie hoy un endurecimiento de los requisitos de seguridad para la extracción de petróleo en alta mar, así como la puesta en marcha de un régimen de inspecciones sobre seguridad y prácticas medioambientales más riguroso que el vigente, que en la práctica permite a las petroleras autorregularse y controlarse.
Y es que el presidente estadounidense, muy criticado por la respuesta de su Administración ante el derrame de crudo en el Golfo de México y por su supuesta permisividad hacia BP, se está viendo obligado a hacer declaraciones públicas y emprender acciones encaminadas a limitar el marco de actuación del que hasta ahora han disfrutado las petroleras en el plano medioambiental.
Pero todo parece indicar que esta actitud no es sólo una pose. De hecho, algunos medios estadounidenses han recogido las declaraciones de diversos colaboradores cercanos que han afirmado que el presidente ha mostrado en privado su frustración. “Tapen el maldito agujero”, llegó a clamar Obama en el transcurso de una reunión.
Y en eso tapar definitivamente el agujero está trabajando BP, que ayer emprendió el que hasta ahora es su último intento para taponar la fuga. A las 13:00 (hora local, 20:00 en España), técnicos de la petrolera británica pusieron en marcha las operaciones del denominado top kill, que consistirá en inyectar más de 20.000 toneladas de barro y hormigón para tratar de frenar el derrame de crudo.
Esas operaciones, que han sido ensayadas antes en tierra pero nunca en el lecho marino, son complicadas por la presión del crudo y el gas, por lo que pueden tardar hasta dos días en completarse. Si esta estrategia fracasa, tal y como ha sucedido con las que se han emprendido con anterioridad, la compañía volverá a intentar sellar el pozo con una cúpula, el método que tuvo que abandonar hace unas semanas.
Obama, por su parte, se comprometió ayer a “destinar todos los recursos necesarios” para detener el vertido, aunque reconoció que “ya se ha infligido mucho daño”. BP, en un primer informe de lo sucedido, ha asumido varios errores, uno de ellos “fundamental”: horas antes de la explosión se realizó una prueba sobre posibles filtraciones en el pozo y, a pesar de que los resultados variaron entre el “no concluyente” y el “no satisfactorio”, los trabajadores de la petrolera dieron por bueno el análisis.
Sin embargo, BP no ha identificado a estos empleados. De momento, la investigación aún no ha podido determinar quiénes son los responsables del suceso. Tres actores se encuentran en el punto de mirá de la Administración y de la sociedad norteamericana: Transocean, la compañía suiza propietaria de la plataforma que ha indignado al Congreso de Estados Unidos al proponer un reparto de dividendo de más de 800 millones de euros entre sus accionistas, la empresa subcontratada Halliburton y la propia BP, que supervisaba todas las subcontratas (Energías Digital).
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